Ante la crítica previsible de que el Sistema Electoral Electrónico que proponemos permitiría la
exclusión política de los ciudadanos con menor capacidad de prospección, hemos
incluido una medida de seguridad: el establecimiento de una cantidad mínima de
“puntos democráticos” disponibles por ciudadano.
Esta medida nos permite prever un escenario incluyente y correctivo:
Aquellos ciudadanos que, debido a la desfavorable evaluación de las
decisiones políticas que hayan adoptado, cuenten con una cantidad pequeña, o
mínima, de “puntos democráticos” disponibles, deberán “unir” fuerzas, alinearse con
grupos mayores o entre sí, para ganar fuerza como colectivo. Así, se verán impelidos a sopesar mejor las opciones y discutirlas, a adoptar pensamientos más complejos, más amplios o más orientados al beneficio social, según sea el caso.
Este es, en líneas generales, el Sistema Electoral
Electrónico que proponemos. Es un sistema que se puede estratificar y separar,
según se dirija a la decisión de leyes, o de priorización de obras o de planes
de control o auditoría. Y también se puede establecer en sistemas de sistemas,
adoptándolo en diferentes escalas en escuelas, empresas y otros espacios donde
grupos de individuos compartan medios o circunstancias comunes.
Las redes de intereses encontrarían representación en la
libre agrupación de los ciudadanos, que individualmente o agrupados podrán
formular propuestas y los respectivos indicadores para medir sus impactos, en caso de que los votantes decidan que se implementen.
A nuestro juicio, el Sistema Electoral Electrónico que
proponemos, u otro similar, es crucial para evitar que se perpetúen y ganen
fuerza también en el medio electrónico los vicios que ya hemos contemplado en
las contradictoriamente llamadas “democracias representativas”.
Un sistema con las características que hemos descrito alentaría
el respeto de un código ético compartido en sociedad, con responsabilidad, por
parte de cada individuo, en el ejercicio de la democracia. Finalmente,
aportaría al mercado de soluciones políticas la agilidad de nuestros mercados
de capitales; esta vez, con un control ético determinado, legal y públicamente, por la propia sociedad.
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